Capítulo 17
Capítulo 17
Capítulo17
-¡Mujerzuela, ¿te atreves a arrojarme algo?! ¿Sabes quién soy yo?– gritó Santiago Sánchez enfurecido mientras se limpiaba la cara.
-¿Y a mi que me importa quién eres? Has drogado a una chica y la has emborrachado con afrodisíacos, no vales ni para ser un perro- respondió Clara Pérez con una mueca coqueta.
Santiago Sánchez estaba furioso, ¿cómo se atrevía esta mujer a insultarlo?
Si no hubiera tanta gente alrededor, habría querido abofetearla.
En ese momento, dos guardaespaldas de la familia Sánchez se acercaron y Santiago Sánchez ordenó que la sacaran de allí.
Es necesario darle una paliza, ¡sólo así serviría para algo en la cama!
Los dos guardaespaldas, altos y corpulentos, se acercaron a ella, pero Clara Pérez, aunque estaba borracha, se movió ágilmente y esquivó sus ataques. 1
-Muy lento- bostezó Clara Pérez.
-¡Agárrenla!– rugió Santiago Sánchez mientras se limpiaba la cara. Original content from NôvelDrama.Org.
Uno de los guardaespaldas se levantó y trató de agarrar por el hombro a Clara Pérez, pero en ese momento apareció una figura alta y delgada que se acercó a ella, agarró el brazo del
guardaespaldas y lo arrojó al suelo con un giro rápido.
¡El hombre, de 1,80 metros de altura había sido arrojado al suelo en un abrir y cerrar de ojos!
-¡Qué habilidad!– dijo burlándose.
Clara Pérez estaba aturdida y había eructado. Su cuerpo suave se recostó hacia atrás y de repente una mano fuerte sostuvo su delgada cintura. Ella sintió la respiración profunda y caliente de un hombre cerca de su mejilla, haciéndola sentir cosquillas.
-¡Mm… quién eres! ¡No me toques!– dijo Clara Pérez mientras se resistía.
-Irene Isabel, abre los ojos y mira quién soy–dijo una voz familiar.
Era una voz fría, profunda y seductora.
El corazón de Clara Pérez latía con fuerza y poco a poco levantó la mirada, encontrándose con los ojos seductores y sin piedad de Alejandro Hernández.
Los ojos de Alejandro se estrecharon y se profundizaron.
Con unos labios rojos ardientes y una belleza natural, si no fuera por su mirada de ciervo inocente y pura, él ni siquiera se atrevería a reconocerla como Irene Isabel, su esposa de tres años.
-Irene Isabel, te has vuelto valiente. ¿Estas buscando problemas en todas partes porque tienes a Diego Pérez para apoyarte? – dijo Alejandro Hernández.
–
—Sí, ¿y qué? — respondió Clara Pérez, levantando su pequeña nariz y pareciendo traviesa. -Cuando veo a alguien con el apellido Sánchez, solo quiero golpearlo. ¿Tienes algún problema con eso? ¡Si lo tienes, no me importa!
Alejandro Hernández apretó un poco más la mano que sostenía su cintura, castigándola.
-Mmm… duele… déjame ir…- se quejó Clara Pérez en sus brazos, sintiéndose aún más ebria y con
una voz suave.
¿Qué hombre podría resistir eso?
La mirada profunda de Alejandro Hernández se intensificó.
-¿Cuñado?!– Santiago Sánchez estaba asombrado y horrorizado.
-Señor Sánchez, ¿qué quiere decir con eso?-Alejandro Hernández lo miró fríamente -Además, Bea y yo aún no nos hemos casado formalmente, ¿es apropiado que me llame su cuñado?
Santiago Sánchez se quedó sin palabras por el bochorno.
Bea, qué asco.
Clara Pérez odiaba a Beatriz Sánchez y odiaba el apodo cariñoso que Alejandro Hernández le daba.
Después de tres años de matrimonio, él nunca la llamó por su nombre, ni siquiera un —Irene.
Cada vez más desconsolada, ella se esforzó al máximo para liberarse de su abrazo. Prefería tambalearse y no permitir que este perro la tocara.
-Pídale disculpas a ella- dijo Alejandro Hernández en un tono de comando.
Aunque se dirigía a Santiago Sánchez, su mirada nunca se apartaba de Clara Pérez.
Después de todo, ella estaba bastante borracha.
-Esta loca vino y me arrojó alcohol en la cara sin ninguna razón y hasta me atacó personalmente. ¡ Debería ser ella la que se disculpe!- Santiago Sánchez estaba indignado.
-Cuida tu lengua- advirtió Alejandro Hernández con una mirada amenazante. —Ella es mi
exesposa.